sábado, 16 de enero de 2010

El Peine





































Se han terminado las vaciones de Navidad y ya estoy de vuelta en Milán. la verdad es que me he ido con más pena que nunca, y no paro de recordar todas mis aventuras, empezando por Santo Tomás y el reencuentro con todas mis amigas hasta las "marbil" parties.


Ahora que estoy en Italia y repasando las navidades me acuerdo sobre todo de los paseos que me he dado por La Concha y hasta el Peine de Los Vientos. Aquí en Milán no existe un lugar tan maravilloso como este para hacer deporte o despejarte mirando el mar, para empezar porque no hay y siguiente porque el espacio público es un desastre y no se valora.

Lo que más me gusta del paseo es el final.


El Peine de Los Vientos se abre al mar y marca el final de una ciudad.


El cambio de pavimento cuando te acercas al final del paseo te avisa de que estás llegando al límite con la naturaleza de forma muy sútil. El peine sin la plaza de Peña Ganchegui no tendría sentido, es una intervención conjunta entre arte y arquitectura.por eso me gusta tanto. No es como las esculturas que se colocan en mitad de una urbanización donde les ha sobrado un hueco y no saben que poner. Es una escultura que nace de la roca y dialoga con el paisaje haciendo éste aún más bello.


La piedra del suelo me recuerda a la caliza tallada del Santuario de aránzazu por su medida y brutalismo.


Me alegro de que Chillida se negase en su día al parking que proponía el ayuntamiento en el mismo lugar donde está el Peine por que no podríamos contemplar el mar de la misma forma. Espero que el final del muro de Gros algún día se lleve a cabo con la misma sensibilidad. Será difícil de superar!


Bueno pues aqui sigo en Milano sin poder olvidarme de San Sebastián. Espero poder subir novedades milanesas pronto!

2 comentarios:

  1. Sin duda uno de esos pocos rinconcitos donde realmente puedes parar por un instante y sentirte bien. Teneis suerte!

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  2. Pues si, tenemos suerte, sobretodo en la distancia se valora este rinconcito que me falta en Milán.
    Creo que simplemente falta la naturaleza, viviendo a su ritmo se vive mejor que al ritmo del metro.
    He descubierto que los metros están sincronizados y corro de uno a otro para cambiar de linea aunque no tenga prisa!

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